viernes, 29 de junio de 2007

Kubica y el milagro



Leo por ahí en varios periódicos deportivos que el Vaticano está investigando si la mano de Juan Pablo II obró de forma milagrosa evitando que Robert Kubica muriera en el espantoso accidente en el pasado gran premio de Canadá de Formula 1. La verdad es que la "piña" fue de ponerse los pelos de punta. Me caía a mi bien el Kubica este, pero mira por donde el polaco lleva una leyenda con el nombre del papa fallecido en su casco y será llamado a testificar por "el milagroso suceso" de salir ileso del accidente que al parecer, tuvo que ser mortal dado que la fuerza del impacto fue de más de ¡¡¡78G!!!. (esta cosa tan dramática se dice seguramente para reafirmarse en el casi seguro milagro del Papa).

Me preguntaba yo por qué el Ministerio del Interior no toma nota de estas cosas y, ahora que viene el verano y se lanza con esas campañas de prevención a intentar rabajar el número de victimas mortales en accidentes de tráfico, nos propone que nos coloquemos alguna pegatina como la de Kubica, aunque sea en la frente y así tenemos la protección de su Santidad. Es más, creo que el Ministerio debería incluso ponerse a trabajar en ello con celeridad y repartirlas gratis entre los conductores. Además de salvar vidas habría testimonios de sobra para canonizar a Juan Pablo II.

Ahora entiendo la famosa frase de Aznar "y quien te ha dicho a ti que quiero que conduzcas por mi" haciendo alusión a la campaña del Ministerio del Interior, además de dejar claro que no le gusta que le digan que no puede beber vino. ¡Claro cabroncete, jugabas con ventaja!. Este tipo ya sabía lo del Papa y se había puesto una pegatina y, junto con algún secreto más que no nos cuenta, se permitía el lujo de conducir todo "pedo" porque para eso Su Santidad conducía por él. ¡Qué perro el tío, no contarnos esas cosas a los españolitos de a pié!. Debe ser que se aplicó aquella ley no escrita pero puesta en práctica en aquellos días del 11 M:"Nunca digas todo lo que sabes". Por si obra el milagro, añado.

Disculpa que frivolice con estas cosas, pero entiende que la cosa no la he empezado yo. ¡Amen!

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