domingo, 24 de junio de 2007

Ramón

Me quedan dos exámenes y me temo que una me queda para septiembre. No está mal después de todo. Ramón, mi compañero de piso va a sacar el curso completo. La verdad es que se lo merece porque el tipo se lo ha currado. Está en cuarto y lleva los cursos sin asignaturas pendientes de uno para otro. El tio es un cerebrito. Me cuenta que tiene ya planificado el verano: quince días a un curso de biogenética en Alemania gracias a una beca (el cabrón se defiende en cuatro idiomas), y luego un mes de voluntariado en Fallujah (Irak) a través de Médicos sin Fronteras. Durante este curso además dedicaba algunas horas a la semana a colaborar en programas de prevención de enfermedades venéreas entre la población inmigrante que se hacina en el extrarradio de este infierno que se llama Madrid. Otros veranos anteriores ha viajado a Angola y a Gaza con Médicos sin Fronteras. Da gusto verle ojear las fotos de sus andanzas, de su solidaridad, de su ayuda. Sin duda las más drámaticas las hizo en Gaza el verano pasado. Ramón en un buen tío, una de esas personas que cualquier padre o madre querría como yerno para que se casara con su hija. El problema es que, como bien dice él, Ramón es maricón, no gay, ni homosexual; maricón. Ahora se indigna cuando le cuento que algunos moralistOs quieren emprenderla con la asignatura de marras, la Educación para la Ciudadanía. Se le recomen las tripas cuando le cuento que hay personas en mi pueblo que recorren los colegios dando charlas a los padres en las que califican la homosexualidad como una enfermedad viciosa de la que Dios te puede ayudar a apartarte. Ramón tiene novio, Miguel. Se ven de fin de semana en fin de semana (Miguel estudia en Barcelona), se quieren, se aman, se respetan y no necesitan a ningún Dios que les diga como deben amarse, quererse y respetarse y sobre todo esperan que su “enfermedad” les dure toda la vida mientras dedican su tiempo libre a ayudar solidariamente a los demás. Lo que esperan es que las próximas generaciones les juzguen por lo que hacen y no por lo que son: un par de auténticos maricones. Me pide que les transmita a los moralistOs de mi pueblo que hagan con sus vidas lo que quieran, pero que no estropeen la capacidad de tolerancia de sus hijos e hijas y menos la de los hijos e hijas de los demás. A cualquiera de ellos un día les pica el “bicho de la perversión” y enferman de "mariconería” o de “lesbianez”. ¡Y ponte tu a rezar rosarios entonces!. Ramón encima es catalán y manifiesta irónicamente que “menos mal que no es negro” porque entonces "tendría que pasar a la clandestinidad". Mientras los salvadores de la pureza engañan, mienten y confunden, él estará ayudando a salvar vidas y otra clase de enfermedades, pero sin rezos, sin rezos.

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