jueves, 7 de febrero de 2008

Los “moralistos”, el adoctrinamiento y el anecdotario de FAES.

Estaba yo con pocas ganas el pasado miércoles de ver fútbol o encerrarme otra hora más entre apuntes y decidí darme una vuelta por el debate sobre la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Como ya hay una noticia me han chafado la crónica “amarilla” que pensaba hacer, pero al menos abarruntaré un poco (al final no se si es peor esto que aquello).

Sobre Benzal no hablaré mucho porque el tipo vino así en plan “representante del gobierno de España” con su discurso institucional debajo del brazo. Así es que para que perder el tiempo en repetir lo que ya dicen los portavoces socialistas en las televisiones.

Lo bueno empezó con Teo. ¡Pero que cojones hacía este muchacho ahí!. Si ya lo dice mi tía: nene es que hay gente que se atreve a todo, y se ve que el avejado concejal de juventud (viejo por fuera, más viejo por dentro y “pitufín” de cerebro) creyó que era una buena oportunidad para dar la cara en público. No olvidemos que lo peor que hay en este mundo es creerse bien formado políticamente por hacer cuatro cursos en la FAES del PP. Así que el chico tiró de apuntes y de unas cuantas hojitas impresas de páginas de internet y sacó a relucir el anecdotario amarillista y demagógico, sin entrar en demasiadas profundidades, sin discurso coherente alguno y sin ningún tipo de argumentación crítica y reflexiva. O sea, un desastre el pobre, pero seguro que, como alguna amiguita del público le aplaudió, se fue contento a la cama y con la vanidad un 2% más elevada. De pena.

Sobre el tipo de IU poco que decir también. Sólo que pretendió mostrar una calidad intelectual que no sé muy bien si era común a todos los asistentes y participantes de la mesa. El problema de los de IU es el de siempre, que para entenderlos hace falta ponerse a pensar en que es lo que ocurre alrededor y, sinceramente, entre el fútbol, los toros y “Escenas de matrimonio” no está la gente muy por la labor de marearse el casco.

El colmo de los colmos fue la intervención del presidente de los objetores de la asignatura, el tal Jose Luis. El hombre se adornó de sabiduría profunda y se pasó de listo. Por lo visto suele ser común en él. Fue el único incluso que emborrachado de arrogancia calificó las palabras de algún otro ponente de la mesa como “estúpidas” y claro, resulta curioso como esta gente que se escuda en la libertad muestre actitudes tan intolerantes.

Así que el “moralisto” intentó convencernos de que la asignatura de EpC es un adoctrinamiento socialista y culminó su intervención preguntándose como padre, que tendría que hacer él cuando sus hijos volvieran de la escuela diciendo que el profesor de educación para la ciudadanía les había dicho que además de la unión entre hombre y mujer existen otras entre mujeres y mujeres u hombres y hombres. Por lo visto este personaje no repara en qué es lo que tienen que hacer los padres cuando sus hijos llegan del instituto de dar clase de FILOSOFÍA cuyo profesor niega tajantemente la teoría de la evolución y aboga por el creacionismo, contenidos que ni tan siquiera están en los currículos de la asignatura de FILOSOFÍA.

Luego en los turnos de intervencion es cuando pudimos ver qué era exactamente el adoctrinamiento: padres que con el papelito escrito en la mano soltaban la enésima anécdota trasmitida en reuniones concienzudamente preparadas clamando libertad de elección. Llamaba poderosamente la atención que todos sin excepción, me refiero lógicamente a los que se posicionaban en contra de la asignatura, comenzaban su soflama diciendo “yo no soy de ningún partido político”. Ya se sabe aquello de “excusatio non petita, acusatio manifiesta”.

Yo iba a intervenir, pero yo lo de hablar en público como que no. Para mi lo que hay detrás de todo este embrollo es la posible pérdida de poder de la Iglesia y su manía con que sea el Estado el que adoctrine, pero cristianamente. Resultaba chocante oir decir al tal José Luis que su asociación era laica...¡venga!. Y ahí todos lelos para creernoslo. Y probablemente esa sea la solución a todo.

Lo que está más o menos claro es que la Constitución de hace treinta años se separa cada vez más de la realidad social, cultural y política que vive el país y esa aconfesionalidad que propuga es una forma de permanecer entre dos aguas: teoricamente laica, prácticamente de protección económica de la Iglesia Católica. Si lo que estos señores dicen cuando nos cuentan que el Estado no debe realizar enseñanza moral alguna, pues lo normal es que se apliquen el cuento y pidan que saquen la religión de las escuelas e institutos, con sus correspondientes profesores puestos a dedo por el señor Obispo de turno y pagados con el dinero de los impuestos del resto de españoles, católicos o no (porque lo de la “x” en la declaración de la renta no da para pagar tanta pasta) y se dediquen a adoctrinar en las catequesis, en las iglesias o las mezquitas o sinagogas, que lo mismo me da.

Quizá les sirva de reflexión esta última parrafada. En un sistema de libertades no es posible el adoctrinamiento. Adoctrinar lleva aparejado un sistema punitivo. La doctrina cristiana se sigue por temor al pecado y al infierno. El sistema educativo, en su esencia (que no necesariamente en la práctica, que eso sería largo de debatir), pretende formar mentes críticas, reflexivas, que opten por convicciones y no por fé. Adoctrinar implica la creencia ciega y en el caso de la Iglesia, compatibilizar entre clase de matemáticas y biología una hora de religión en donde se cuenta que la Virgen María fue concebida sin pecado (no desvelaré el eufemísmo porque tendría que poner “metáforas floridas” que diría Spok). Y aunque la asignatura sea optativa no hay forma de casar un ficha de un puzzle en otro. Si el distanciamiento entre los altos poderes políticos y el pueblo llano es inmenso, ¿qué me decís de la Iglesia y los “feligreses”?.

En cualquier caso, siempre es más divertido ver a Teo y su anecdotario en permanente fuera de juego.

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