domingo, 23 de noviembre de 2008

Carta a Luís (García Montero)

Tuve la oportunidad de compartir contigo un café. Supongo que es uno de esos momentos que quedan para siempre, una de esas historias que se cuentan luego a los amigos para presumir. Ahora incluso puedo contarsela a mis enemigos que, supongo, serán de la misma recua que los tuyos, esa especie españolísima que permanece entre nososotros y que es capaz de decir, amparándose en eso que llaman libertad de cátedra, que a García Lorca lo mataron de "un balazo en el culo por maricón". Es ese tipo de gente que tiene este sutil respeto por determinados muertos. Ya sabemos que para ellos hay distinción de clases incluso cuando tratamos el tema de cómo se abandona este mundo.

Los cinco minutos de aquel café fueron fugaces, pero no es necesario tener ningún sexto sentido para darse cuenta de tu caracter afable, tolerante, respetuoso ... ese no-sé-bien-qué que me dice la sintonía que hay entre lo que eres y lo que pretendo ser. Supongo que a tus alumnos de la Universidad de Granada les produces esa misma sensación y por ello y por tus palabras exactas degranadas en ese artículo por el que te han condenado por injuriar al injurioso, esa misma templanza, es la que provoca en otros la repulsa personal. Yo también habría pagado la multa que te impuso la injusticia de sumo grado. No importa cuanto sea el dinero que sirve para pagar la molestia que producen en otros las palabras que sólo tienen el objetivo de colocar a cada uno en su sitio: la memoria y la dignidad de "nuestros muertos" y la ruindad de los que los detestan.

Los que poco te conocemos, pero te imaginamos, sabemos lo que te supone abandonar Granada, su Universidad, el trabajo impecable de los últimos años. Pero también te comprendemos porque en alguna que otra ocasión nos hemos visto en la misma tesitura: ¿¡qué coño hago yo aquí con esta ralea!?. Es el momento de abandonar a pesar de todo. Tú no lo piensas, pero los demás si: ellos se lo pierden. Pierden un escritor, un tipo llano, sin recodos, que te mira a los ojos cuando te habla, que no esconde nada porque no tiene nada que esconder, que detesta la violencia y esgrime la palabra escrita y la voz en alto como única arma posible contra la intolerancia y la actitud irrespetuosa de los que se aprovechan del erróneo privilegio que les ha dado este País: sentirse orgullosos de estar en la orilla de los que asesinaban por la espalda, los vencedores de una guerra que ellos iniciaron.

De aquellos errores de la transición hay quienes "pagan el pato" por defender la honra de los desaparecidos, de los olvidados en las cunetas porque ya sabemos, que como Lorca, los hay a miles. El insulto al poeta es como una epidemia que infecta a todos los demás, muchos de ellos sin nombre, sin rostro, sin luto, sin nadie que les reclame. Por eso el próximo café que pueda compartir contigo, tú te mostrarás ante mis ojos mucho más de lo que yo nunca llegaré a ser, pero que sin duda, perseguiré con más ahínco y empeño. Ya sé que tu humildad te impedirá reconocerlo, pero has sido, eres y serás uno de esos ejemplos a seguir de los que pocos quedan, una especie en extinción en la que verse reflejado, un modelo de honestidad, de profesionalidad y de integridad que ya quisieran para sí muchos, sobre todo los homófobos que recuerdan los escarnios del pasado, "los balazos en el culo".

Un abrazo sencillo, como seguro que prefieres.

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