miércoles, 25 de abril de 2007

Perplejidad

Decía Forges en una entrevista en este mismo medio que “la perplejidad es un fenómeno absolutamente mediterráneo, que se incrementa con la edad del perplejante”. No sé hasta que punto es cuestión de edad, pero no creo que ese factor influya cuando dando un paseo embocamos la pertrecha calle San Sebastián. La primera impresión -de preplejidad, por supuesto- es que los pivotes, bolardos o como quiera que se llamen la suerte de pedruscos de tronco cónico que han colocado a modo de separación de la calzada y la acera, es que se trataba de una especie de homenaje a los nazarenos de la Semana Santa, tal que así colocados en marcial hilera, como desfilando cualquier noche de la aburrida fiesta anual. La segunda reflexión, igualmente perpleja, es que con Don Antonio y su nuera -por lo visto, experta en arte urbano- hemos pasado a la edad de piedra, a la era del granito, viniendo con la inercia de los tiempos desde aquellos cercanos días de la edad de hierro de Paco López. ¿Recuerdan no?. No nos dejan más resquicio, ni los unos ni los otros, que la triste perplejidad. Como diría mi amigo, el mal gusto abunda.

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